
Hace poco escuche una charla sobre atención al cliente que me intereso mucho, ya que por esos días justamente tenía que empezar a enfrentar clientes reales, esta charla afirmo conceptos que yo conocía pero que hasta el momento muy pocas veces había tenido la oportunidad de poner en práctica.
La verdad es que es inimaginable lo mucho que podemos aprender de las persona, si tenemos un poco de paciencia y algo de creatividad podemos alimentar nuestro trabajo haciéndolo más útil y práctico, ya que en la vida real no importa solamente la belleza visual que pueda ofrecer nuestra propuesta si no la eficacia y fuerza que puede aportar el diseño para comunicar un mensaje.
Muchas veces la disposición que tenemos algunos diseñadores gráficos (en formación y profesionales) es hacia la generación de una perfección visual que llene todas las expectativas estéticas pero que muchas veces carece de bases y argumentos, a lo que me refiero es que es posible complementar nuestros conocimientos de diseñadores con los conocimientos que puede tener un cliente, un aporte puntual puede definir rasgos que a uno como diseñador jamás se le cruzarían por la cabeza.
El cliente tiene derecho a opinar y el diseñador tiene el deber de guía, con esto no me refiero a que debamos convertirnos en “secretarias de corel” (como lo ley en otro buen articulo), debemos guiar a nuestros clientes y escuchar sus sugerencias e inquietudes, debemos aprender a indagar sobre nuestras acciones y poner al paredón nuestros resultados.
El diseñador no debe ser ajeno a la temática que está abordando. Algunas veces abordamos problemáticas y sugerimos soluciones sin realizar antes un diagnostico. Como diseñadores debemos empaparnos de los temas y conocer profundamente los problemas, en algunos casos la recopilación de información suele ser tan completa que las soluciones llegan por añadidura.
La verdad es que es inimaginable lo mucho que podemos aprender de las persona, si tenemos un poco de paciencia y algo de creatividad podemos alimentar nuestro trabajo haciéndolo más útil y práctico, ya que en la vida real no importa solamente la belleza visual que pueda ofrecer nuestra propuesta si no la eficacia y fuerza que puede aportar el diseño para comunicar un mensaje.
Muchas veces la disposición que tenemos algunos diseñadores gráficos (en formación y profesionales) es hacia la generación de una perfección visual que llene todas las expectativas estéticas pero que muchas veces carece de bases y argumentos, a lo que me refiero es que es posible complementar nuestros conocimientos de diseñadores con los conocimientos que puede tener un cliente, un aporte puntual puede definir rasgos que a uno como diseñador jamás se le cruzarían por la cabeza.
El cliente tiene derecho a opinar y el diseñador tiene el deber de guía, con esto no me refiero a que debamos convertirnos en “secretarias de corel” (como lo ley en otro buen articulo), debemos guiar a nuestros clientes y escuchar sus sugerencias e inquietudes, debemos aprender a indagar sobre nuestras acciones y poner al paredón nuestros resultados.
El diseñador no debe ser ajeno a la temática que está abordando. Algunas veces abordamos problemáticas y sugerimos soluciones sin realizar antes un diagnostico. Como diseñadores debemos empaparnos de los temas y conocer profundamente los problemas, en algunos casos la recopilación de información suele ser tan completa que las soluciones llegan por añadidura.
Nuestro aporte como diseñadores es vital, pero nunca debemos olvidar que de la misma manera que podemos contribuir también podemos perjudicar.
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